El incendio que azotó Valparaíso fue el más nefasto de los últimos 50 años. Podríamos confluir aquí con las críticas y necesidades que se dieron desde aquellos días. Sin embargo, quiero vincular sobre la dimensión de lo masculino de este fenómeno, tomando en cuenta cómo se gestó la movilización en los medios y las redes sociales.

Es una oportunidad para pensar(nos) desde los postulados de la ciber-antropología[1], en tanto varones. Este fenómeno es una referencia colectiva a la que se puede aludir para evocar elementos que afloran “al calor del fuego”, pero que no son abordables en ese mismo momento. Donde realmente se juega algo es en el instante posterior a la contingencia, al rescate mismo, o al interés de los medios fagocitadores del sufrimiento humano.

Unos de los elementos que nos define, en tanto varones, es la idea de “ser” héroe, específicamente poder encarnar este ideal. El príncipe que rescata princesas es una de esas imágenes que sobran en los cuentos infantiles. Los bomberos son ejemplos más cercanos, pero también pertenecen a un ideario que se fomenta culturalmente y que se pone en práctica en determinados momentos: la ocasión hace el héroe, si se quiere.

Entonces queda la pregunta sobre las masculinidades y las implicancias de salud. ¿Por qué salud? Porque las acciones asociadas al que rescata implican muchas veces un riesgo a la integridad física, en favor del bienestar del resto.

El ejemplo que nos serviría como metáfora es el diputado Iván Fuentes, que aquí se muestra asistiendo a los afectados, o el periodista Iván Nuñez, que casi fue alcanzado por las llamas en un despacho. También los voluntarios lesionados durante el trabajo de reconstrucción, inmediatamente posterior a la catástrofe.

Están en juego elementos simbólicos como la masculinidad heroica y la masculinidad del riesgo, ambas directamente relacionadas en cómo concebimos lo masculino. Ciertamente “todos queríamos ser héroes”[2] porque la posibilidad de ser tildado de cobarde no es opción, al menos desde la valoración social que circula en los medios, y por tanto, en los sujetos.

El altruismo manifestado en los varones se materializa en el heroísmo, o en su defecto, en la petición de liderazgo. Surge en contexto de crisis o desastre una demanda social del héroe, del líder. Un elemento no menor es que pocos días después, ya con el incendio controlado,aquí y en este otro reportaje, se solicitaba que no se hiciera presente más voluntarios.

No se trata de valorar menos esa labor o acción, sino preguntarse sobre, por ejemplo, las consecuencias sobre la vida emocional de esa demanda social en los varones (rescatadores y rescatados). La reacción condicionada inmediata, sin considerar el factor quizás más importante, es la contención emocional y el acompañamiento a largo plazo. Responder inmediatamente y olvidar el cuidado emocional del otro es un rasgo masculino de nuestra forma de actuar, culturalmente hablando.

Además, un detalle no menor es que la sexualidad (vida) sufre cambios a posterior de un desastre (muerte). Aumenta la actividad sexual a medida que la segunda representa simbólicamente la muerte, frente a la cual se confronta con la vida. En ese sentido, los varones tenemos responsabilidad en cómo se desarrolla ese proceso con nuestras parejas y con las demás mujeres.

No estamos hablando del héroe tipo “Capitán América”, pero sí el rasgo tiene ciertamente que ver con “encarnar” la norma en el “común y corriente”[3]. Podríamos criticar el modelo, pero podemos ver que se replica en versión de homo chilensis dado un contexto socio-histórico que lo sustenta.

La calidad de héroe puede ciertamente ser entendido como una propiedad y una actitud que tenemos todos, independiente del sexo[4], pero que tiene un sabor y tinte distinto cuando un varón lo hace o pone en juego esa norma: de ahí la especificidad de comprender lo masculino tradicional para hacer una re-lectura del mismo.

Hay un contexto y sujetos que solicitan la presencia de héroes y nosotros respondemos a ese llamado. Ahora la pregunta final: ¿Al responder el llamado no dejamos necesariamente algo atrás? No siempre va a dejar atrás a la mujer comprensiva cuando se va a una “misión”. Muchas veces no es comprensiva, ni mujer tampoco.

La realidad es mucho más compleja para reducirla a iconografía idealizada puesta en escena imaginaria. ¿Cuándo acudimos a la solicitud de ser héroes no estamos en realidad escapando de algo?

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[1] En tanto aquella que propone la lectura de la vida social online y offline como un modo de entender la realidad de los sujetos culturales que inscriben cada vez más sus vidas en un medio, controlados por otros, que manifiesta paradigmas y subjetividades desde las cuales los discursos y prácticas se sustentan. Comunidades (en el sentido de b. Anderson) virtuales, y sus constantes movilizaciones y tránsitos, es justamente aquellos flujos a identificar y comprender en tanto lugar de sentido de la vida.

[2] Parodia a la frase que se usa en relación a ellas en distintos contextos.

[3] De ahí surge los discursos nacionalistas o localistas como “el choro” del Puerto que no se deja abatir, que se resiste y persiste a pesar de todo.

[4] Porque también se podría mencionar la solidaridad como una categoría que omite la noción genérica del héroe y universaliza el altruismo. Argumento que la figura del héroe calza y en caja muy bien con la figura del altruismo “neutral”.